«Cada vez que me pongo seria, siento que me está saliendo bigote y me digo “Qué barbaridad”». Con esa frescura, desparpajo y vitalidad fue que, pocos años antes de morir, Concha Méndez comenzó a dictarle a su nieta, Paloma Ulacia Altolaguirre, las memorias de una vida colmada de rebeldía, amor, pérdida y despedida. Contagiados de esa misma vitalidad fue que decidimos diseñar una constelación que evocara todo aquello que caracteriza la vida y obra de Concha Méndez: el mar, la amistad, el asombro y, desde luego, el juego. Acordamos crear una constelación amigable y atractiva para el alumnado.
Muchos de sus críticos y estudiosos afirman que fue injusta la suerte que recibió en su momento la obra de Concha Méndez (compartida por brillantísimas artistas de su generación como Ernestina Champourcín, Carmen Conde, Maruja Mallo, María Teresa León, Margarita Manso, entre muchas otras mujeres). En medio de un panorama dominado por hombres, de una generación tan potente en la tradición literaria como la del 27, y después de un exilio que la sumiría en una depresión terrible, las palabras de Méndez pasaron desapercibidas para muchos y ella se convirtió, como lo afirma su nieta, «en portavoz de la vida de otros». Por eso, también nos sentimos afortunados de descubrir su obra y de colaborar, desde este trabajo, a la divulgación de su legado.
Nos interesa resaltar no solamente a la poeta, sino a la dramaturga y a la guionista. También a la incansable impresora y editora, que sin pena alguna se enfundaba en un mono azul y maniobraba mejor que ningún hombre las imprentas que ella y Manuel Altolaguirre compartieron mientras editaban, desde recámaras de hoteles y cuartos diminutos, revistas y colecciones literarias como Héroe o Caballo verde para la poesía. Asimismo, dedicamos una parte de esta constelación al impacto que la obra y el trabajo de Méndez y sus contemporáneas ha tenido en diversos medios (se han hecho documentales, novelas gráficas, reportajes e iniciativas culturales a partir de su obra y la de sus contemporáneas).
Así, la constelación universo se organiza en ocho nodos cimentados en un eje biográfico. Esto nos permite darle un sentido cronológico a los eventos, personajes y obras que, a partir de la experiencia personal de Concha Méndez, nos ayudan a comprender también la dimensión colectiva de una etapa única en la historia cultural de España.
Aquí y aquí puede verse la constelación con mayor detalle.
Sueños:
Quienes conocieron a Concha Méndez y dejaron algún registro de sus impresiones, coinciden en que tenía una personalidad vital y voluntariosa. Tal vez eso pueda explicar que Concha, la mayor de nueve hermanos de una familia aburguesada, siempre intentaba superarse y probar su ingenio, su inteligencia y su fuerza. Un texto anónimo de la prensa madrileña la describía de la siguiente forma: «Concha Méndez Cuesta: veintitrés años, campeona de natación en los veraneos de San Sebastián, automovilista del Madrid deportivo, risa trepidante en las tertulias vanguardistas. Y, al fin, poetisa. Esta es una muchacha actual, ceñida y tensa por el deporte y el aire libre» (cit. por Bruña, 2017). Desde muy joven Méndez se consagró a destacar en el deporte (como nadadora), continuar y profundizar sus estudios, al grado de enfurecer a sus padres, y emanciparse de un contexto en el que nunca experimentó verdadera pertenencia.
Amistades:
Entre sus amistades se encuentran una gran cantidad de hombres y mujeres pertenecientes al mundo del arte, sobre todo de la literatura. Estas pueden dividirse en tres círculos, el de América Latina, el de la Generación del 27 y sus relaciones sentimentales, apartado en que ocupa un lugar especial su marido, Manuel Altolaguirre, con el cual editó varias obras, como la recopilación de poemas de san Juan de la Cruz y con el que abrió una de sus imprentas. En esta imprenta publicaron muchos de los autores de la Generación del 27, con los cuales también mantuvo una estrecha amistad. Entre estos, cabe destacar diferentes mujeres, como Maruja Mallo, una de las más cercanas, pero también Rosa Chacel, María Zambrano, Concha Albornoz, Margarita Nelken, Margarita Xirgu o María Teresa León. De entre los autores tiene una especial relevancia Lorca, quien le presentó al que sería su marido y les dedicó uno de sus poemas, «En la cabaña del Farmer», y Alberti, cuyas ideas calaron hondo en Concha Méndez y le inspiraron para escribir Inquietudes (1928) y Surtidor (1930).
Viajes:
Los viajes tuvieron una gran importancia en la vida de Concha Méndez, puesto que reflejaban su ansia de independencia y libertad. La propia autora relata en sus memorias cómo deseaba poder viajar sola, algo muy poco común en la época y, ante la negativa de sus padres, trató de escaparse varias veces. Incluso su padre le dio el dinero necesario para que publicase su primera obra y olvidase sus ganas de viajar, lo cual no consiguió, aunque Concha aceptó el dinero en calidad de préstamo y lo nombró socio capitalista del negocio editorial que tenía en mente (Concha Méndez, cit. por Paloma Ulacia, 2008: 48). Gracias a estos viajes conoció a una gran cantidad de sus amistades. Tres de ellos que pueden destacarse son su viaje a Londres (1929), a París, el primero de los lugares a los que se traslada en su exilio y su viaje a Buenos Aires (1930), donde conoció a escritores y escritoras como Consuelo Berges, Alfonso Reyes y Alfonsina Storni, entre otros, y donde se publicó su tercer libro, Canciones de mar y tierra (1930), ilustrado por la artista Norah Borges, hermana de Jorge Luis Borges.
Escritura:
Si algo caracterizó la búsqueda literaria de Concha Méndez fueron una inquietud insaciable y una capacidad de asombro únicas. Méndez comenzó su ruta artística como poeta, pero eso no le impidió interesarse en otros géneros literarios y medios de expresión. Para hacer justicia a esta curiosidad sin límites, contemplamos su poesía, teatro e incursiones en el mundo del guión cinematográfico.
Poesía: Méndez descubrió el poder expresivo de la poesía al entablar amistad con Federico García Lorca y Rafael Alberti. Sus primeros poemarios, Inquietudes (1926), Surtidor (1928) y Canciones de mar y tierra (1929), reflejan, por un lado, el interés de Méndez por las vanguardias y la vida de la flapper emancipada que recorre las calles de Madrid asombrada por el progreso técnico; por otro lado, la voz lírica de estos textos se vuelca por completo hacia el mar y la búsqueda incansable de la libertad. Mientras que poemarios subsecuentes como Vida a vida (1933) y Niño y sombras (1936) transmiten el dolor por la pérdida de su primer hijo y las vicisitudes sociales que van dejando su impronta en la sensibilidad de Méndez. Esta tendencia continúa en obras como Lluvias enlazadas (1939) y Poemas. Sombras y sueños (1944), donde eventos como la Guerra Civil, el abandono de su pareja y el exilio la sumen en una depresión terrible.
Teatro: Concha Méndez, un espíritu apasionado del arte escénico, dio vida a cautivadoras obras teatrales. Las más conocidas son sus obras de teatro infantil, entre las cuales se encuentran El pez engañado, Ha corrido una estrella, Las barandillas del cielo y La caña y el tabaco. Todas ellas recuerdan al mundo cinematográfico de Disney, tal y como la propia autora reconoce. Este tipo de teatro tiene una gran relevancia, puesto que su público, los niños y niñas, «se trata de seres del porvenir y esto es lo más interesante, formar las almas del futuro, despertando en ellas lo mejor que llevan en sí, inculcándoles por la vía poética la verdadera moral» (Méndez, 2006: 39). Otras de sus obras de teatro son El carbón y la rosa (1935) y El solitario (1938), aunque actualmente son las grandes olvidadas.
Cine: El del celuloide fue un mundo que fascinó a Concha desde su juventud. Apenas un año después de la publicación de su primer poemario, Concha escribió, entre muchos guiones cinematográficos que permanecen inéditos, el de la película Historia de un taxi (dir. Carlos Emilio Nazarí, 1927). Décadas después, ya en México, a Méndez le ofrecieron adaptar al cine un relato de su autoría «Telas estampadas», que se estrenó bajo el título Esclava del recuerdo (dir. Eduardo Ugarte, 1952). La película fue un fracaso rotundo.
Labor como editora e impresora:
«Su mono añil puede ser de cajista de imprenta enrolada de buque, fogonero de tren, polizón de zepelín, todo por la Poesía delantera que huye en cruz de horizontes ante las cuatro máquinas (…) vemos a Concha superpuesta, abundante, aquí y allá (…) cumpliendo voluntariosa su vocación de Ceres de todos los elementos, Venus con caracoles y cuernos de abundancia». Así describía Juan Ramón Jiménez a la poeta en su «Retrato lírico de Concha Méndez» (1931) cuando esta operaba la imprenta que ella y Manuel Altolaguirre llevaban juntos en Madrid. Se ha reconocido poco el enorme peso que tuvo Méndez en la divulgación del trabajo de los poetas de la Generación del 27. Nuestro objetivo en la constelación es hacer visible la labor que ella y Manuel Altolaguirre llevaron a cabo en proyectos como las revistas Poesía, Héroe, 1916, Caballo Verde para la Poesía y la imprenta La Verónica.
Exilio:
La Guerra Civil fue un parteaguas en la vida de muchas personas en España que se vieron obligadas a abandonar su país para salvar su vida y la de los suyos. Este también fue el caso de Concha Méndez, que inició su periplo en París, intentando proteger a su hija, Paloma. Después de refugiarse en Londres y de nuevo en París, la familia Altolaguirre-Méndez abandonó Europa con destino a México, pero un cambio de planes los desvió a Cuba, donde permanecieron cuatro años hasta embarcarse de nuevo a México, país en el que Concha Méndez pasó el resto de su vida, hasta su muerte en 1986.
Crítica:
Como bien señala Paloma Ulacia Altolaguirre, nieta de Méndez, en el prólogo de sus Memorias habladas, memorias armadas (1990), la memoria de la poeta sinsombrerista había caído en el olvido como consecuencia, por un lado, del injusto borramiento que las mujeres de su generación sufrieron en medio de una sociedad machista y, por otro, debido al exilio que alejó a Concha Méndez del circuito artístico de la época. De esa manera, su trayectoria comenzó a ser estudiada y puesta en valor alrededor de los años ochenta. La crítica que se ha realizado sobre su obra atiende principalmente a cuatro líneas: su experiencia vital y las relaciones de amistad y trabajo que trabó con las y los miembros de la Generación del 27; el carácter vanguardista de su poesía de juventud; las redes de solidaridad, cooperación y creación entre las mujeres de su generación; y su incursión en el mundo del cine. En nuestra constelación bibliométrica es posible encontrar referencias y enlaces a buena parte de este corpus de textos y estudios.
Transmedia:
No son muchos los medios en los que se ha transmitido información sobre Concha Méndez, por ello, los pocos con los que contamos son muy valiosos. Entre estos se pueden encontrar algunos pódcast sobre su trayectoria, como Mujeres Olvidadas por la Historia: Concha Méndez, Concha Méndez. Entre sueños y poesía o La poesía y los poetas: Concha Méndez, así como el documental Las sinsombrero, pero los más originales son su mención en un capítulo de El ministerio del tiempo, en el cómic Ellas iban sin sombrero y un vídeo de la actriz Inma Cuesta leyendo su poema «Me gusta andar de noche» gracias a un proyecto de difusión de la poesía impulsado por la Real Academia de la Lengua. A ello se puede añadir los tiktoks. Existen varios sobre esta autora, pero habría que destacar uno de especial relevancia por su difusión, que es el de la tiktoker patriciafedz.