Antes de entrar en materia solamente quiero constatar por escrito que por culpa de Pep Hernández me he hecho adicta al Palabreto y que mi familia está a punto de enviarme al psiquiátrico. Voy a quedarme sola pero voy a lograr terminar uno algún día.
Ahora sí, comencemos.
Llego tarde a publicar la práctica pero me doy cuenta de que recuerdo bastante bien la charla que tuvimos con Pep Hernández porque para mí fue un hallazgo escuchar a alguien tan apasionado y generoso como él.
En esta asignatura hemos tenido la suerte de conocer a muchas personas que dedican su vida a la educación y que lo hacen pensando en cómo mejorar y compartir lo que saben y lo que han descubierto sobre la práctica. La sesión que guió Pep no fue la excepción; hubo risas, lágrimas y unos cuantos filólogos avergonzados de no saber distinguir un complemento predicativo y un atributo (o sea, yo).
Comenzamos la dinámica preguntándonos por las competencias que son el eje de la asignatura (esas que deberemos desarrollar y fortalecer en las personas que ayudemos a formar). Pep le preguntó a toda la clase con cuál nos sentíamos más cómodos y con cuál más inseguros. Para mí la respuesta, muy parecida a la de mis compis (porque estoy segura de que la mayoría crecimos escondidos detrás de las tapas de Harry Potter), fue que nos sentimos más cómodos leyendo y un poco más inseguros hablando. Este pequeño ejercicio me hizo reflexionar en que, como maestra, tengo que trabajar en esas mismas competencias que estoy pidiéndole a mis estudiantes que desarrollen.
Luego reflexionamos sobre nuestra propia práctica docente (¿qué docentes marcaron nuestra vida? ¿A qué docentes recordamos con cariño? ¿A cuáles con algo de trauma?). Para mí este ejercicio fue fundamental porque casi todas las cualidades que logramos enlistar tenían que ver con la calidad humana de una persona: creatividad, respeto, tolerancia, buena comunicación, sentido ético, escucha, empatía, entre muchas otras. Resultó evidente que para nosotros y nosotras no es tan importante que el profe de mate sea premio Nobel, como sí lo es, por ejemplo, que pueda ser empático con su entorno.
Al explorar algunos arquetipos de profes de medios audiovisuales como el cine y las series, también nos dimos cuenta de que no hay una sola forma de ser docentes. Y, desde luego, que esta profesión implica mucho más que dominar los contenidos de una asignatura.
También trabajamos por equipos en una dinámica muy divertida en donde comparamos dos pinturas: Las tres gracias de Rubens y Las señoritas de Avignon de Picasso. Fue una actividad súper interesante porque nos permitió desarrollar nuestra capacidad de observación y análisis, también porque, al contrastar los resultados de un grupo con los de otro, pudimos notar qué aspectos de nuestro trabajo podrían mejorarse. Relacionado con la misma dinámica, hablamos de las múltiples formas de evaluar (heteroevaluación, coevaluación y autoevaluación) y de cómo podemos adaptar los instrumentos de evaluación a nuestras necesidades.
Desde luego también hubo descubrimientos tecnológicos que ya se integraron a mi “mochila mágica de tecnologías que no domino pero que me gustan”; Pep nos enseñó herramientas como Palabreto (ya me quejé en la primera parte de esta entrada) y Socrative (no sin antes pasar la vergüenza de una dinámica de sintaxis en la que me fue fatal), en donde podemos diseñar tests que ofrecen retroalimentación a nuestros estudiantes. Esto último me parece esencial porque un error sin reflexión siempre está condenado a repetirse.
Al final Pep nos dio algunos consejos sobre cómo presentar nuestro Knolling de una forma original y llamativa (por supuesto, lo habíamos hecho mal antes). Aquí mi knolling mal presentado:
Este es sobre la novela Nieve negra de Camila Valenzuela, que es una reactualización de Blanca Nieves pero que se desarrolla en Chile en la época contemporánea.
Disfruté muchísimo esta sesión. Ojalá que los pequeños #Invticuas24 tengan esta oportunidad porque es un placer escuchar a Pep.
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