martes, 21 de febrero de 2023

Práctica 1, Mis diez herramientas digitales favoritas y una reflexión no solicitada (no en ese orden pero sí en espíritu)

Muchas veces hemos escuchado que internet es lo peor que le ha sucedido a la humanidad, también lo mejor. En una realidad donde la inmediatez y el lenguaje digital condicionan incluso la forma en la que nos relacionamos afectivamente, la educación lleva años enfrentada al dilema de insistir en la obsolescencia (lo que incrementa la distancia entre quienes pretendemos educar y las personas a las que formamos) o analizar qué de este aparente ruido blanco puede aprovecharse y trasladarse al terreno de la enseñanza-aprendizaje.  

    Me gustaría hacer hincapié en que no puede darse por sentada la posibilidad de digitalizar un aula. En México, por ejemplo (voy a ser muy pesada con este tema, disculpas por adelantado), sería impensable apoyarse de una presentación en Canva, mucho menos proponer un Kahoot en una escuela rural y en una cantidad abrumadora de escuelas públicas donde ni siquiera hay computadoras con acceso a internet. La pobreza en muchos países de Latinoamérica es la principal responsable de una brecha digital que condiciona la vida de niños y niñas desde sus primeros años de educación básica y que, por supuesto, engendra todavía más desigualdad para su futuro.



Por lo tanto, suponiendo que están presentes los medios materiales para partir de un piso común (yo he sido muy privilegiada en ese aspecto), estas son algunas de las herramientas digitales que me han acompañado en mi trayecto como estudiante y docente y que he empleado siempre que el contexto socioeconómico lo ha permitido. 


Google Drive: Aunque parezca una obviedad, para mí que soy una anciana, la posibilidad de tener carpetas, archivos y otro tipo de recursos almacenados en la nube cambió mi vida y vi la luz. Gracias al Drive llevo mis trabajos incompletos a donde sea que haya internet y también me sirve muchísimo porque facilita enormemente el trabajo colaborativo.  


Trello: Esta es una herramienta que he utilizado mucho en el trabajo y que creo que se puede llevar fácilmente al terreno de la educación. La aplicación consiste en una serie de tableros y tarjetas que te permiten visualizar flujos de trabajo de forma muy clara. Así, por ejemplo, si se trabaja un proyecto interdisciplinar, supongamos el montaje de una representación teatral, se podrían crear ficheros por miembros de equipo, departamentos, actividades y tareas que permitan que todos vean el flujo de trabajo y sepan en qué etapa del proyecto se encuentra cada quien.  


Perusall:

Acompañar talleres y clases me parece ahora impensable sin Perusall. Llevo cuatro años usándolo y cada vez me convenzo más de su eficacia. El lema de esta aplicación es “Cada estudiante listo para cada clase”. Es una plataforma de lectura colaborativa, una especie de red social en torno a los textos. Así, un docente puede cargar lecturas de todo tipo (artículos, novelas, cómics, etc.) y los estudiantes inscritos en ese curso entran a leer, interactúan con el texto (hacen subrayados, notas, insertan videos, links y otros contenidos multimedia), pueden leer lo que otros han comentado y dialogar en torno a eso. Además, la plataforma lleva un control de las participaciones de los estudiantes (tiempos de lectura, sesiones de lectura, interacciones, calidad de las interacciones). Lo recomiendo ampliamente para el trabajo con estudiantes de bachillerato y adultos. ¡Es lo más!


Pocket: cambió mi vida cuando descubrí este recurso porque tengo la misma capacidad de retención y de atención que Dori de Buscando a Nemo. Con Pocket voy almacenando los artículos, sitios de internet, videos y demás rarezas que voy encontrando mientras procrastino en internet. Además de que almacena aquellos textos que te interesan pero que, lo sabes bien, no vas a leerte de corrido, puedes hacer etiquetas. Es súper útil y mi déficit de atención lo agradece montones. 


Reúno en una misma categoría de consulta algunas herramientas como el DRAE, WordReference, Fundeu y Thesaurus porque las considero fundamentales para el trabajo continúo, tanto como estudiante como docente. Me parece que en el aula hay espacio para insistir en el empleo de diccionarios, no solamente para ampliar el léxico, sino para normalizar una relación instrumental hacia recursos como estos y así insistir en que lo importante hoy en día no es acumular información sino saber cómo obtenerla y darle un sentido práctico.  


Para elaborar recursos de trabajo llamativos y dinámicos me he vuelto fanática de herramientas como Canva (yo, que nunca he tenido buen ojo para el diseño, que no distingo entre el fucsia y el rosa y que me visto con lo primero que sale del clóset). Me parece un recurso súper intuitivo, fácil de usar y con muy buenas funcionalidades en su versión gratuita. En esa misma línea está el Genial.ly con el que he elaborado mapas mentales, líneas del tiempo, cartografías interactivas. 


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